viernes, 17 de diciembre de 2010

Mísitca natural


Ser uno mismo, ser uno mismo, ser yo misma. ¿Qué comporta? ¿Cómo es? No comporta nada, ningún compromiso…tan solo correr el riesgo, el riesgo de vivir fiel a tus pensamientos, a tus sentimientos…a tus decisiones. Decisiones que tomamos la mayoría de las veces aparentemente en torno a nuestra verdad pero que en la mayoría de los casos están infectadas por el temor que esta, nuestra verdad nos supone. Esa verdad intrínseca que nos negamos a aceptar, y que nos cuesta encontrar simplemente porque nos ponemos obstáculos, barreras que nos impiden ver la simplicidad real del asunto… Él no ha sido el primero que me dijo que yo, mi mente, es mi único hogar. Pero, realmente ha sido la primera persona que he sentido que realmente cree en mi, y eso me da fuerza, si él lo hace, yo debo hacerlo. Él es mi escondite, quien me arropa y me dibuja una sonrisa, me pinta una bonita versión de esta realidad absurda, de este mundo de engaño en el que habitamos. Pero debo creer…he de hacerlo. Sacar la fuerza, esa fuerza mía interior que él ve pero que yo me empeño en no observar. Queda mucho por sufrir, he sido valiente- dice.

A menudo nos amoldamos a ciertas situaciones sin pensar por qué lo hacemos, si realmente queremos hacerlo o si nos hacen sentir bien. La realidad es que las cosas no son realmente como siempre soñamos, que aquello que nos hacen creer es toda una gran falacia, un teatro, la pantomima de la vida en la cual cada uno tiene su personaje, aquellas simpáticas marionetas que Valle Inclán esbozaba en su intento por explicarnos, al igual que Shakespeare, que la vida no es más que una función en la que tú decides vivir o morir.

No es fácil, no es fácil estallar. De pronto los cristales afilados de nuestro interior salen despedidos, clavándose en la blanda y cálida situación que habíamos creado. Parece inesperado, fatal, inoportuno. Pero en el fondo todo está aquí dentro, en nosotros, en nuestra mente, y todo pasa por algo aunque no queramos o no podamos verlo. Ha pasado, he explotado a mi manera y me lo he llevado todo por delante. Intento adoptar la calma, el llanto no mejora la situación ni me da solución, no sirve de nada. No es que no me importe todo esto, intento aislarme de los daños, centrarme en mi, eso es, buscar mi centro, ese punto desde el cual todo ha de estabilizarse y volver a encontrarse, y desde donde la más enérgica de mis fuerzas interiores ha de manar, y fluir, y sanarme. He de afrontar la realidad, mi realidad, cara a cara, encontrarla y aceptarla…a partir de ahí dibujaré mi trayecto…tomaré mi camino…como las venas de las hojas. No es la primera vez que el camino se bifurca y he de elegir entre ser yo o morir de angustia, ni será la última.

No puedo seguir pidiéndome mentiras, no puedo seguir pidiéndole mentiras a mí día a día. ¿Es esa que veo en el espejo quien quise ser? Hay parte de verdad que encontré algún día, y asimilé, y crecí, pero queda mucho por hacer. A veces hay que arrodillarse para seguir creciendo, pero no se puede enfocar el proyector del pasado en la pantalla del presente, no, no más. Seguir avanzando, fuerte, día a día porque aunque no me dé cuenta en el fondo sé que mañana me levantaré de nuevo por la mañana, y pasado, y al otro…yo, yo y ella, mi mente, yo, yo y él…él, algún día, de nuevo, juntos.

Eliminar el ruido, escuchar, escuchar la voz interior, la mística natural, solo ella puede transmitirme mi verdad. Basta de mentirme. Soy real cuando amo, ¿por qué no soy real conmigo? He de quererme, he de apreciarme y amarme, creer en mí. Solo a partir de aquí podre edificar lo que sea de mí y de mi relación con todo lo que me rodea, solo así podré ser capaz de amar mi entorno y solo así podré establecer una relación de amor en plenitud con las otras personas. Cuando algo no encaja debemos siempre y primeramente mirar en nosotros mismos, ver qué es lo que no encaja porque a menudo suele ser una pequeña o mediana parte de nuestro ser que se vuelve extranjera de nosotros mismos, se disocia y desestabiliza lo que creemos bien asentado. Esta desestabilización interior es necesaria para plantearse cuestiones que seguramente marcarán, sino el inicio, la continuación de nuestra existencia.

Es hora de hacer las cosas bien. Es hora de dedicarme tiempo, de vivir desde dentro.

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El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve.
Antonio Machado

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