sábado, 26 de junio de 2010

Absorción

Hacer de lo pequeño algo grande no está del todo mal. Depende del caso, está claro. Todo es relativo, hasta el sabor de las nubes. Tanto en las esferas artísticas e intelectuales como en la psicología barata se suele decir que los pequeños detalles son lo que da sentido a la vida. Como siempre, tiendo a radicalizar. La teoría del instante me la aplico a raja-tabla. Al principio funciona. De pronto el tiempo se excede en sí mismo. El intento de reposo se convierte en la búsqueda constante del instante. ¿El problema? La necesidad de descanso impide a uno moverse demasiado, con lo cual ha de buscar el sentido a instantes pasados, o futuros. Cada mirada, cada gesto...todo lo que antes pasaba desapercibido ahora pasa a ser el mayor tormento que la mente puede soportar. La paranoia hace una entrada triunfal. La obsesión es la reina del baile. Estas dos, junto a la apatía, azotan al alma día tras día, noche tras noche. De pronto se convierten en caballeros de escudo y lanza que, en un intento por luchar entre sí, dadas sus afinidades en cuanto a tormento, hieren al débil ser. Lánguido, penoso y demacrado se pasea por las calles. Las pupilas, vacías, no representan ni la décima parte de negrura que se adueña en su interior. Esa especie de criatura, cuya naturaleza se asemeja a la de los agujeros negros, absorbe cuanto le queda a este ser enfermo. Enfermo de pensar demasiado. Enfermo de no vivir el instante, por haberlo denominado y hecho concepto, por haberlo hecho inteligible a la razón y haberlo apartado del sentimiento.

No hay comentarios:

El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve.
Antonio Machado

Ellos leen...

Archivo del blog