Detrás de la sociedad avanzada y de progreso que profesamos todavía quedan grandes pozos de inmoralidad que cabría subsanar, o al menos revisar.
Más del 50% de los informativos nos hablan de desastres, agresiones, asesinatos y un sinfín de asuntos estupendos propios de una sociedad avanzada y feliz. Incontables se hacen ya los casos de violencia de género, tema que podemos comparar con el de los discapacitados. ¿Qué puede llevar al agresor a atacar a una mujer o a una persona discapacitada? Una vez más, aparece el tema de la igualdad, muy de moda hoy en día. A simple vista, encontramos ya la desigualdad física, un factor que enaltece al agresor y lo pone por arriba en el marcador. Pero, siempre ha habido mujeres, y discapacitados y hasta hoy, en el siglo XXI época de progreso científico-tecnológico nos llega esa desigualdad moral.Y digo moral porque la física es evidente, pero no porque un individuo sea más fuerte que el otro tenga éste que comerse al inferior, no se trata de una lucha por la supervivencia, sino de una convivencia democrática y humana.
Entre los orígenes morales de estas actuaciones podemos encontrar el desprecio a los diferentes, con el afán de conservar la "raza aria" que Hitler dictaba en su doctrina. Y como Hitler, otros como Franco y Musolini marginando a los discapacitados y dejando en segundísimo plano a la mujer. Tal vez haya sido un tanto alarmante el hecho de remontarme a estas etapas de la historia, pero nadie nos asegura que no pueda ser la causa de que existan todavía vestigios de este pensamiento en nuestra sociedad, vestigios que como tales la ley no puede cambiar, sino más bien reprimir.
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